El 21 de julio de 2005, justo dos semanas después de los atentados del 7-J, hubo una serie de explosiones en Londres. Se dijo que fueron tres incidentes distintos con pequeñas explosiones usando detonadores en las estaciones de metro de Shepherd’s Bush, Calle Warren y Oval. Esto llevó al cierre y evacuación de esas líneas de metro, pero los informes aún no estaban confirmados.
¿Qué tiene que ver eso conmigo? Mucho, y por suerte poco.
Por aquel entonces estaba tranquilamente en el hotel Hilton de Watford, situado aproximadamente a 32 kilómetros al noroeste de Londres. Para todo el mundo yo estaba en Londres. ¿Qué hacía allí?
Estaba tratando de recuperar mi carrera haciendo una prueba con el primer equipo del Watford después de una temporada con altos y bajos en el Alavés B. El hotel lo pagaba el club.
A pesar de estar cerca de Londres no me enteré mucho del pánico que se estaba viviendo en la capital inglesa porque mi cabeza estaba aterrorizada ante la posibilidad de no conseguir un contrato para la próxima temporada.
Tenía tele en la habitación, pero me pasé todo el tiempo viendo una y otra vez, durante días, la misma película: Ray.
«Ray» es una película que cuenta la historia de Ray Charles, el genio de la música. Desde sus inicios en Georgia hasta llegar a la fama mundial, muestra sus luchas personales y profesionales, como su ceguera, adicciones y su innovación musical. Jamie Foxx lo interpreta de manera increíble, capturando la esencia de este icónico músico y su impacto duradero en la industria.
La veía porque supuestamente era de pago, pero por algún error, estuvo siempre disponible en mi tele. Sentía el placer de disfrutar de un servicio premium sin gastar un euro. Además, por un lado me motivaba su historia y por otro, me motivaba ver que cada vez entendía mejor el inglés.
Mientras estaba en Watford, al no tener coche, Londres me pareció muy lejano. Mis desplazamientos eran del hotel al campo de entrenamiento y viceversa. No visité ni un supermercado –cuando estás a prueba, gastar dinero no es una buena idea, porque si no te fichan, el viaje te puede salir con saldo negativo– Unas veces me llevaba el incansable Ashley Young y otras el agradable Stuart Jordan.
A pesar de estar con el futbolista español Sietes y el brasileño Junior, a la hora de cenar, que era cuando nos juntábamos, no recuerdo que hablásemos de los atentados de Londres.
Fue el mensaje de una amiga lo que me hizo darme cuenta de que para mi gente en España podía estar cerca de los atentados. Fue entonces cuando llamé a mi familia para decirles que Londres me quedaba a tomar por culo. «Estoy bien».
Respecto a la prueba en Watford: no me ficharon. Lo cuento aquí.
Esta es la última oportunidad de un futbolista de la clase media por convertirse en jugador de primera división a toda costa. Después de años convulsos en el fútbol semiprofesional le surge la oportunidad de hacer realidad su sueño en Rumanía. Lo que no espera es que su sueño se convierta en una pesadilla continua que le lleva a replantearse si ha válido la pena llegar tan lejos para ser futbolista profesional en una liga menor.
