Hincha por obligación #SouthamptonFC

Hincha por obligación #SouthamptonFC

Sigo con la etapa de Southampton porque da para mucho. Aunque fui fichado como jugador, acabé ejerciendo de hincha por obligación. Cuando fiché por el conjunto inglés no tenía en mente pasar tanto tiempo en la grada. De hecho no había estado tanto en una grada desde la época en la que iba a Sarrià a ver al Espanyol de Arteaga, Francisco, Torres Mestre, Pochettino, Lardín, etc. el año del ascenso a primera. Curiosamente la primera vez que estuve en la grada del Southampton fue en la inauguración del St. Mary’s Stadium contra el Espanyol.

Por aquel entonces creía que tarde o temprano iba a debutar en la Premier. No ocurrió nunca. Ni tan siquiera estuve cerca, pero ese es otro tema. Al principio me tomaba como un privilegio tener cada semana dos entradas para acompañantes, el problema es que no tenía acompañantes. Iba con algún compañero no convocado. Al acabar la sesión del sábado siempre que jugábamos en casa, había un sobre con dos entradas dentro.  Las entradas se las regalaba a alguno de los jóvenes (digo los jóvenes pero yo solo tenía 19 años) que las necesitaba para sus colegas. Ellos solo tenían su pase, pero conseguían entradas sin problema. No tenían entradas pero sí con quién ir. Cuando no se las daba a ellos se las daba al dependiente o dueño de alguna de las tiendas a las que iba a comprar. Eran un regalo cojonudo, sin embargo no me hacían ningún tipo de descuento remarcable.

El pase de jugador tenía ciertos privilegios como no hacer colas, parking, buffet en el descanso y después del partido. Eso (y el sueldo) me hacían sentir como un jugador de élite. Pero cuando te acostumbras a la buena vida dejas de valorar muchas cosas porque las das por garantizadas. (Tenía claro que yo no había ido a Inglaterra a comer canapés, pasteles de carne, sándwiches ni apple pies. 

Cada vez me costaba más quedarme hasta el final del partido; lo que conllevaba tener que esperar a que la gente saliese para conducir hasta casa con fluidez. Me pasé una temporada entera tragándome cada partido en casa desde la grada. Me entraban náuseas por no jugar, ¿acaso no tenía nivel para jugar contra el fucking Charlton o el Fulham? En la grada me mostraba frío y relajado, pero por dentro era un volcán con un tapón de metal en el cráter. En mi segunda etapa, cuando ya sabía que no renovaba, me intenté obligar a ver los partidos y disfrutar, pero a medida que avanzaba la temporada 2003-2004, más me costaba permanecer en la grada como si me divirtiera, pero más me fastidiaba ir a Lounge durante los descansos y no sentirme futbolista, pero había comida y bebida gratis -aunque estaban más buenos los bocadillos grasientos que vendían en los puestos que te encontrabas por el camino-.

Cansado de asistir a los partidos en calidad de hincha por obligación, decidí que en el descanso comería como el que más y después… Cuando todo el mundo se iba me quedaba en un sofá viendo el resto del partido por televisión con los camareros. Ellos me respetaban porque era jugador de la primera plantilla pero teníamos un trato propio de compañeros, que era lo que en realidad éramos: empleados del club. Además había chicos jóvenes como yo. Cuando quedaban 15 minutos me despedía de ellos con un apretón de manos y me iba por la puerta contraria a la grada.

Esa costumbre de irme a 15 minutos del final se fue adelantando hasta marcharme al inicio de la segunda parte. Cuando todo el mundo apuraba la copa y el último bocado para volver a la grada, yo simulaba ir en la misma dirección, y cuando todos habían salido de la sala, guiñaba un ojo a los camareros y daba media vuelta. Ya estaba en la calle. Volvía a pie a casa, pero eso lo explico en el siguiente post.

Mis dos libros son fruto de vivencias, pero no las vivencias en sí.

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