Tras ver un tweet elogiando el pase a la final del Mallorca de Javier Aguirre, superando en los penaltis a la Real Sociedad, recordé una frase que empezó a echarme del fútbol profesional:
El que gana siempre tiene razón.
Escuchado en el vestuario de la UDA Gramenet
Llegué en el mercado de invierno procedente del Gavá. Por aquel entonces estábamos en Segunda división B tratando de acercarnos a los puestos de ascenso con una plantilla notable.
Jugadores experimentados y jóvenes, técnicos y fuertes. Teníamos de todo en la plantilla, como el vendedor de la playa «Coca cola, Fanta, agua». Lo único que nos faltaba era dedicarnos exclusivamente al fútbol.
A las pocas semanas de fichar me encontré con el problema de los impagos. Problema que se mantuvo durante meses a la vez que se nos exigía competir como el que más. Ese era nuestro deber, pero teniendo el tema del dinero sobre la mesa cada semana en el vestuario, era complicado respirar fútbol por los poros.
Cada vez que analizábamos un resultado negativo en terapia grupal, independientemente de las opiniones, siempre se acababa escuchando: «El que gana siempre tiene razón». La terapia tenía que ver más con los impagos que con el juego.
Me daba rabia escuchar esa frase porque solo se decía cuando el resultado era negativo. Sin embargo, no podía comulgar con ello porque a veces hacíamos muchas cosas bien y no ganábamos, mientras que otras sacábamos partidos haciendo casi todo mal.
No se trataba de tener razón, se trataba de ser coherente con una idea de juego. La sensación que me quedó fue que solo nos valía haber de cualquier manera, y muchas veces, ese razonamiento nos llevó por caminos sin salida.
Quizá mi punto de vista fuese demasiado romántico, pero sigo creyendo que un equipo debe tratar de hacer muchas cosas bien para llegar a la victoria. A veces no será necesario tener mucho acierto para ganar, pero la intención debe ser acertar en diferentes aspectos del juego para conseguir cerrar en el embudo de la victoria.
Respecto al Mallorca del vasco Aguirre, no es que tengan razón por haber ganado, sino por ser coherentes con su estilo de juego. El cual me encanta.