DEJAR EL FÚTBOL PARA TRABAJAR IV: Tripulante de tren

DEJAR EL FÚTBOL PARA TRABAJAR IV: Tripulante de tren

Hay que pensárselo mucho cuando aún tienes 26 años y te tienes que retirar. Tomar una decisión así es dar un cambio total a tu vida. Es una prejubilarse con 45 años sin la hipoteca pagada. Sabía que podía seguir comiendo migas en este pastel que es el fútbol, pero decidí hacer un pastel propio y elegir yo el trozo que más me guste. Me estoy convirtiendo en el pastelero que deseo ser.

Un mes después de retirarme me encontraba viajando en tren por toda España y parte de Europa. Acababa de conseguir mi primer empleo real:, tripulante de trenes. Es uno de los trabajos más divertidos que he tenido(después del fútbol). Yo llegaba a la ciudad de destino, después de 12 horas, dejaba la maleta  y ¡me iba a correr !! Recuerdo que en Málaga iba a un parque y me ponía a jugar a fútbol en cualquier liguilla de parque que encontraba.

yo en la cafetería del tren
El uniforme me quedaba muy bien

Pasábamos 12 h. en cada ciudad. En ese corto período de tiempo -que incluía dormir- me daba tiempo a hacer mil cosas antes de volver a trabajar en el tren de vuelta. Recuerdo que en el mercado de Málaga había un señor que tenía una parada al cual yo le llamaba antes de llegar y me preparaba algo para comer. Me ahorraba tener que buscar un lugar `para comer.

Fueron muchas la anécdotas pero recuerdo con especial «cariño» un viaje Córdoba-Barcelona. Pues el caso fue que al recoger los billetes de los pasajeros a mi cargo para despertarles, no me di cuenta que uno de ellos era sordo. Al despertar a los que bajaban en Castellón piqué la puerta de este señor pero por lo visto solo bajó del tren su vecino de camarote. Ya te puedes imaginar mi cara al ver al tipo reclamandome no sé qué hasta que vi en su billete que tenía parada en Valencia. Pues vaya mosqueo que se cogió , él y mi jefe. No tuve más respuesta que decir «culpa mía por no saber que era sordo». Me supo mal pero aún no veo la manera de poder haberlo sabido.

En cada viaje yo era el raro porque me divertía como si no estuviese trabajando. Ahí empecé a entender el por qué del estrés de muchos trabajadores, es por culpa de compañeros que van quemados a trabajar, y de ellos mismos por no ignorarlos hasta convertirse en ellos. Pocos eran los que ponían buena cara pero los que tenían buen carácter te hacían el viaje muy agradable -compañeros y pasajeros-; a los «gafes» no les hacía ni caso .Conocí a personajes míticos que aún deben estar encerrados en una ruta Barcelona- Córdoba.

Aunque fuese trabajando aprendí el placer de viajar en tren. Creo que hay pocos lugares mejores para escribir.

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