Confesiones con el cura del Southampton

Confesiones con el cura del Southampton

Cuando aún no estaban de moda los psicólogos en el mundo del fútbol, en el Southampton FC me encontré con una figura antigua que nunca pasa de moda: el cura. No estaba de manera permanente en el «training ground», pero su presencia era regular. No sé si venía por propia voluntad o por  demanda del club, como hacía la acupunturista, que venía cada semana. Recuerdo que solo hice uso de sus servicios en mi segunda etapa cuando estaba en la última fase de recuperación de mi rodilla.


Las molestias aparecían en cualquier parte del cuerpo sin aviso previo. Los estiramientos y los baños de hielo no eran suficiente remedio para tanta tara. No estaba desesperado, y mucho menos impaciente. Nadie me esperaba.

Cuando no estaba entrenando necesitaba hacer algo más para acelerar mi recuperación; más que hacer algo, necesitaba sentir que yo tenía el control de mi rehabilitación. Dejar pasar el tiempo no era una opción. Las cosas habían cambiado respecto a mi primer año, me encontraba en mi último año de contrato y llevaba lesionado alrededor de 7 meses. El tiempo corría nítidamente en mi contra.


Las agujas de la acupunturista me desviaban de la rutina haciéndome sentir avances psicológicos más que físicos.

Las agujas de la acupunturista me desviaban de la rutina haciéndome sentir avances psicológicos más que físicos. No sé si eran los pinchazos o que me quedaba dormido (con ronquidos incluidos) bajo a la luz de las velas. Estaba obligado a creer. Cualquiera de las ayudas que me eran ofrecidas para disminuir las molestias eran bienvenidas en primera instancia.

Entre agujas, baños y estiramientos, estaba la figura del ya mencionado cura (a partir de ahora «El Father»). No tenía una oficina específica para él en las instalaciones. Normalmente atendía en el comedor, algún despacho o en el mismo banquillo. El césped siempre perfecto bajo nuestros pies, los árboles testigos privilegiados de una de las más prolíficas fábricas de futbolistas de Inglaterra, eran la banda sonora de nuestras charlas.

Tuve «a few conversations» con el Father. Realmente no hablábamos de nada en concreto. Me preguntaba cómo estaba, qué tal mi familia. Ahora creo que él solo quería que tuviera a alguien con quien hablar sobre cualquier asunto (comida, la ciudad, mi familia, Barcelona, el tiempo…), pero jamás de religión.

Nunca me preguntó si era creyente. Hablaba con él porque jugadores consagrados como Kevin Davies, Jo Tessem y otros acudían a él como quien lo hace con un buen amigo. He de reconocer que hablar con el cura me ayudó mucho a relativizar mis preocupaciones en la fase final de mi lesión, pero por desgracia, tal como estaban las cosas hacía falta algo más que un milagro para quedarme en los «Saints», que es así como se conoce  a este equipo del sur de Inglaterra.

Esta historia no está en mi libro «Fútbol B» publicado en Amazon (papel y digital), pero es el otro fútbol, el que no se ve.

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