Cómo afrontar una lesión

injured athlete lying on a soccer field
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La imagen de un futbolista retirándose del terreno de juego lesionado es un elemento común en un partido de fútbol. Lo que se refleja en el rostro del futbolista lesionado, más que dolor, es decepción e incertidumbre. Lo primero que le pasa por la cabeza es adivinar cuánto tiempo estará en el dique seco. El dolor es secundario porque sabe que menguará, pero lo que ignora es si estará un una semana, diez días o tres meses lesionado.

La incertidumbre

La incertidumbre de una lesión deportiva es una carga emocional pesada para cualquier atleta. En cada paso del proceso de recuperación, el futbolista se cuestiona si volverá a estar en plena forma y si su rendimiento se verá afectado permanentemente. La adversidad se presenta como un desafío que debe superar, tanto física como mentalmente.

Sin embargo, a medida que se sumerge en el proceso de rehabilitación, el futbolista también se encuentra con oportunidades para crecer y fortalecerse. La lesión puede ser un momento de reflexión y autodescubrimiento, mientras se exploran alternativas de entrenamiento y se adoptan nuevas técnicas para acelerar la recuperación. Cierto es que hay muchos altibajos en este proceso debido a que no se trata de fórmulas infalibles. Lo que le funciona a un jugador puede no ser efectivo en otro que esté pasando por una lesión similar.

Además, el apoyo de médicos, fisioterapeutas y compañeros de equipo juega un papel crucial en el camino hacia la recuperación. La motivación y el aliento de quienes rodean al futbolista lesionado son una fuente de fuerza y determinación en los momentos más difíciles. Lo que más agradecí fue evitar que mi lesión fuese el tema principal de cada conversación.

A medida que el tiempo avanzaba y se acercaba mi regreso a los terrenos de juego, las dudas aumentaban. Pero también se despertaba una sensación de gratitud y aprecio por el deporte que tan lejos me había llevado. La lesión puede servir como recordatorio de lo fugaz que puede ser una carrera deportiva y, a su vez, fortalecer el deseo de aprovechar cada momento en el campo, y en la vida. Esta es la razón por la que estoy agradecido a cada momento en el que el dolor está ausente. Es fácil dar por garantizada la buena salud y la estabilidad. Pero todo puede cambiar sin previo aviso.

Resiliencia

La imagen de un futbolista lesionado retirándose del terreno de juego puede parecer desoladora a primera vista, pero detrás de esa imagen se esconde una historia de resiliencia, crecimiento y determinación. Un deportista herido debe hacer lo posible por no rendirse fácilmente, es la única manera de afrontar un camino lleno de dificultades.

Cuando el doctor me dijo que tenía le cruzado roto respiré aliviado por tener una certeza: iba a estar muchos meses fuera. Lo que parecía una mala noticia -que lo era- se convirtió en positiva porque al menos ya sabía a qué me iba a enfrentar. O eso creía yo.

Después de pasar por la operación, experimenté una mezcla de emociones. Por un lado, estaba ansioso por dar inicio a mi proceso de rehabilitación y recuperación. Por otro lado, sentía cierta preocupación y cautela, ya que sabía que el camino hacia la plena recuperación no sería fácil.

Desde el momento en que desperté tras la intervención, mi mente estaba concentrada en mi rehabilitación. En mi mente, superar cada pequeño obstáculo en el camino era mucho más importante que volver a jugar al fútbol. La idea de caminar sin muletas, apoyar mi pierna lesionada, caminar de nuevo, correr y reducir la inflamación después de cada sesión se convirtió en mi mayor prioridad. ¿Cómo podía siquiera pensar en jugar al fútbol cuando mis esfuerzos se centraban en la recuperación de mi movilidad?

A lo largo de las semanas siguientes, me esforcé al máximo en cada sesión de rehabilitación. Trabajé en estrecha colaboración con profesionales médicos, fisioterapeutas y entrenadores para seguir un programa personalizado de ejercicios y terapias. Cada paso que daba, cada avance que lograba, me llenaba de satisfacción y motivación. Aunque aún quedaba un largo camino por recorrer, me sentía emocionado por los pequeños triunfos diarios y la progresión constante hacia mi plena recuperación.

A medida que avanzaba en mi proceso de rehabilitación, no pude evitar pensar en cómo sería volver a jugar al fútbol. La posibilidad de volver a sentir la adrenalina de estar en el campo, de competir y de disfrutar del deporte que tanto amaba, se convirtió en una fuente de inspiración alimentada únicamente por el deseo de huir de la rutinaria ausencia de los terrenos de juego.

Es habitual sentir que no avanzas. Las dudas aparecen ante cualquier reverso, llegando a hacer que la confianza en uno mismo se tambalee. Aprende a convivir con la incertidumbre, que tarde o temprano desaparece con el dolor. Recuerdo perfectamente el momento en el que sentí que me había recuperado física y mentalmente. Fue en enero de 2003 durante unos partidos de cinco contra cinco en la cancha cubierta de las instalaciones del Southampton FC. Recibí un balón y sin pesarlo realicé un control orientado dejando a mi marcador atrás. En cuestión de décimas de segundos fui consciente de mi hazaña. Por primera vez en meses había realizado un cambio de ritmo sin estar pendiente de los dolores que vestían a mi querida rodilla. Me sentí invencible. Fui testigo de que podía volver a jugar a fútbol sin dolor.

El día que supe que me había recuperado

Aprendí que para poder superar un problema grande hay que encargarse de las partes más pequeñas. En ocasiones, los desafíos pueden parecer abrumadores, pero dividirlos en tareas más manejables puede hacer una gran diferencia en nuestra capacidad de abordarlos de manera efectiva. Al enfocarnos en los pasos más pequeños, podemos crear un plan de acción claro y realista, lo cual nos permitirá avanzar de manera progresiva hacia la resolución del problema en cuestión. Además, al completar las tareas más pequeñas, también experimentamos un sentimiento de logro y motivación, lo cual nos impulsa a seguir adelante y enfrentar los obstáculos restantes. Así que recuerda, en lugar de sentirte abrumado por un desafío, concéntrate en las partes más pequeñas y ve construyendo tu camino hacia la solución.

En la fase final de mi recuperación de ligamentos, ya en Southampton, la evolución de mi lesión era muy lenta. Eran más notables los retrocesos que los avances, o al menos eso notaba yo. Lo que más me preocupaba era que para calentar la articulación de la rodilla tenía que hacer un calentamiento previo antes de salir de casa. Salía a correr al bosque que daba a la parte lateral de la urbanización y enfundado en unas mallas de neopreno que me dejaba puestas durante toda la sesión de entrenamiento. Por una parte me permitía mantener el calor en la rodilla, pero me limitaba el movimiento al ser neopreno, pero estaba tan desesperado que ponerme unas mallas me parecía un remedio demasiado estéril.

Trea consejos para afrontar las lesiones

  1. Aceptación y comprensión de la lesión:
    • Es fundamental aceptar la realidad de la lesión y entender que es una parte común de la vida de un deportista. Negar la lesión o resistirse a aceptarla puede prolongar el proceso de recuperación.
  2. Mantén una actitud positiva:
    • Trabaja en mantener una actitud positiva durante tu proceso de rehabilitación. Esto puede ayudar a acelerar la recuperación y reducir el estrés emocional asociado con la lesión. Enfócate en lo que puedes controlar y busca oportunidades para crecer como deportista a pesar de la lesión.
  3. Establece metas realistas y un plan de recuperación:
    • Trabaja en conjunto con profesionales de la salud, como fisioterapeutas y médicos, para establecer metas realistas y un plan de recuperación. Tener un camino claro hacia la recuperación puede proporcionar un sentido de propósito y control, lo que a menudo mejora el bienestar emocional durante la rehabilitación.

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