Casi enfermo

Casi enfermo

El viernes empecé el día mermado y lo acabé peor.

No suelo ponerme enfermo, y eso me da miedo porque los que nunca nos ponemos enfermos tenemos todos los números para hacerlo de gravedad en el futuro.

Tengo una sensibilidad especial para detectar síntomas de malestar en mi cuerpo. No me alarmo por ello, simplemente intento anticiparme a males mayores y busco hacer algo sin medicarme.

Sé que tomar medicamentos de manera puntual no es nocivo, pero tomé tantos antiinflamatorios durante mi carrera que, desde el día uno después de retirarme, dejé de hacerlo. Muchas veces habría acabado con molestias con una simple pastilla, pero nunca es mi primera opción.

Quizás era porque desde que dejé el fútbol no tengo la urgencia para recuperarme. Los futbolistas tienen asumido que, si pueden reducir una semana, un día, una hora, el alta, lo tienen que hacer. Ya que todo el tiempo que pasen fuera del terreno de juego les aleja del once titular en el futuro inmediato.

Un futbolista no es una máquina aunque muchos creen que sí. Cuando se lesionan, al volver deben hacer una reinserción. Un coche cuando se repara puede ponerse al límite sin más. El futbolista debe ir aumentando la carga de entrenos, pero eso siempre no es posible.

Cuando jugaba no solía ponerme enfermo. Solo recuerdo una vez que me puse enfermo siendo jugador del Alavés, y coincidió con la semana en la que estaba sancionado por acumulación de tarjetas.

Me ocurre como a muchas profesoras, que enferman justo cuando empiezan las vacaciones. Una de las explicaciones que he encontrado es que el estrés acumulado durante meses de trabajo intenso puede afectar al sistema inmune, haciendo que el cuerpo sea más susceptible a infecciones al relajarse.

El viernes me encontraba al borde del colapso, pero mi obligación como entrenador de estar al frente de los benjamines de Les Fonts retrasó los síntomas (con la ayuda de algún medicamento). Al final el partido del sábado se suspendió por la lluvia.

Me pasé el sábado en el sofá, cosa poco habitual en mí. Me sentó bien, pero no me podía rendir ya que el domingo debía sustituir al entrenador del infantil. Acudí al partido con las fuerzas justas, pero fue finalizar y empezar a encontrarme mejor.

El lunes estaba como nuevo, me encontraba tan bien que me olvidé de escribir el post del día.

Feliz martes.

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