Carta abierta a Riqui Puig

Carta abierta a Riqui Puig

Hola Riqui,

Te escribo esta carta porque desde hace unos meses te he visto quejándote de que recibes muchas patadas en Segunda B. No solo tú, muchos periodistas están criticando el trato que recibes. Parece que eres el único jugador que recibe patadas.

Como no he visto que nadie te ha dado (en público) otro punto de vista, me he animado.

La verdad es que me sorprende que un jugador con tu proyección y talento, en un par de meses de campeonato, haga este tipo de declaraciones. Imagino que ya eras bueno antes de llegar al Barcelona B (y tontear con el primer equipo), no creo que lo hayas tenido siempre fácil.

Ser canterano tiene ventajas

Quizás como canterano del Barcelona hayas vivido la ventaja y el privilegio que eso supone. Yo mismo estuve 5 años en el futbol base del Espanyol y, por muy difícil que nos lo quisieran poner los contrarios, partíamos con ventaja. Estar rodeado de compañeros talentosos ayuda mucho.

Riqui Puig

Puede que nadie te haya contado que la Segunda B no tiene nada que ver con el fútbol juvenil. Te he escuchado decir que «es una categoría para estar de paso». Al escucharte sonreí.

El talento no basta, pero ayuda

No te imaginas la cantidad de jugadores, tan buenos como tú, que han encontrado su techo en Segunda B cuando aspiraban a lo máximo. Eso de que «es una categoría de paso» no lo digas muy alto, no vaya a ser que los cientos de jugadores que se dejan la piel cada domingo, vayan a creer que les menosprecias. Y me da que no es el caso.

A día de hoy no puedes saber si es una categoría de paso. Lo cierto es que los buenos -entre los que me incluyo- ascendemos meteóricamente por los equipos del fútbol base. Pero al llegar a Segunda B se crea un embudo por el cual se hace cada vez más complicado pasar. Especialmente en los equipos tan internacionalizados como el Barcelona.

Hay cosas que dependen de ti

Te he escuchado casi pedir que te saquen de Segunda B. De ahí tiene que sacarte tu fútbol (y tu representante). Pero recuerda que hace frío fuera de la cantera.

Cuando llegas a este nivel, no suben los mejores, sino los que necesita el mister del primer equipo.

En juveniles quedé con el Espanyol campeón de la Copa del Rey derrotando 2-0 al Real Madrid. Creo que de los 36 jugadores convocados, habrán hecho carrera en Primera División tres o cuatro. Al cabo de pocos años el resto nos desperdigamos entre la Segunda A, B, la Tercera y las pachangas domingueras.

Yo a las pocas semanas de ganar la Copa del Rey Juvenil fiché por el Southampton FC con 19 años. ¿Sabes qué pensaba al llegar al club? Estoy aquí de paso, mi objetivo es jugar en un Arsenal. Estuve 3 años y no debuté en la Premier.

Lo que te quiero decir es que no estás de paso, actualmente eres un jugador de Segunda B hasta que no se demuestre lo contrario. Y viendo que no has asimilado ni las patadas, puede que no te puedas ni considerar todavía jugador de Segunda B. No tienes más que el presente para reivindicarte. El futuro solo es útil para presionar al club con un nuevo contrato.

Ser talentoso es un reto

Hasta juveniles, ser bueno es disfrutar, pero en el mundo de los mayores, ser bueno es un desafío. Yo jugaba en tercera con 17 años (RCD Espanyol B). Ascendimos a Segunda B. Con 18 años estaba jugando en Segunda B contra gente que llevaba más de 15 años en el fútbol. Muchos de mis compañeros también eran juveniles en Segunda B.

Teníamos asumido que era otro fútbol. No intentábamos hacer el mismo fútbol que en juveniles.

Me sabe mal por ti. Tienes talento, pero eres un jugador anacrónico. Pesas 56 kilos y mides lo mismo que yo, 1,69. Somos unos enanos. Actualmente los jugadores cada vez son físicamente más portentosos. Aunque mucha gente piensa lo contrario, tú también eres muy fuerte. Es imposible hacer lo que haces sin fortaleza, pero tu talento hace que parezcas débil porque eres llamativo. Pero lo que te hace parecer más débil es quejarte de las patadas.

Mi estrategia para desmoralizar a los rivales era, al recibir patadas, levantarme como si me hubieran hecho cosquillas -en realidad pocas entradas son para ponerse a llorar-. Eso les desconcertaba. No les daba el placer de verme acurrucado en el suelo como un gusano.

No podían pasarse porque se jugaban la roja. Adoraba que los defensas cargasen con una tarjeta amarilla. Se les bajaban los humos. Tenían que echar el freno de mano…¿Has visto algún coche correr mucho con el freno de mano echado? Lo único que debía hacer era evitarles cuando quedaba poco tiempo, porque a algún tarado no le importaba ser expulsado a última hora.

Durante una etapa de mi formación protestaba mucho porque, al jugar de extremo, recibía muchas patadas. Algo exagerado. De hecho, durante mi carrera mis compañeros siempre me decían: «Te han pegado mucho, pero si vieras de las que te has salvado…».

Bingo!

Tu problema está siendo que ves las entradas que recibes una y otra vez en Twitter. Te duelen más por lo que pudo llegar a ser que por lo que son finalmente. Si no las vieras, dentro del campo no tendrías esa sensación de estar en peligro cada vez que coges las pelota. Sufres de exceso de información.

Lo que te quiero decir es que en la época que protestaba mucho, los rivales me pegaban más. No solo patadas violentas, eso era lo de menos, sino faltitas y provocaciones sin haber conflicto previo. Incluso hacían uso de insultos racistas. Hasta que un entrenador me dijo que era una estrategia para sacarme del partido. Pero me lo decía de otra manera:

Si te sacan una amarilla por protestar te cambio

Mi entrenador

Justamente lo que te están haciendo a ti. Saben que detestas que te peguen. Se lo pones a huevo cada vez que le «lloras» a la prensa o al árbitro; solo tienen que ir turnándose para intimidarte. Se van repartiendo tarjetas amarillas y listo.

Nadie te va a proteger si tú mismo no lo haces.

¿Qué puedes hacer?

Estar tranquilo; el terreno de juego es un lugar seguro para los futbolistas. Aunque no lo creas, en categorías más bajas, la vida del jugador talentoso es más peligrosa. En Segunda B hay televisión, hay árbitros decentes. Estás más protegido. El riesgo de lesión por un lance del juego no creo que sea superior que en Primera División (mira lo que le ha pasado a Andre Gomes).

Asume que tu forma de jugar te va a ayudar a provocar muchas faltas, es una ventaja. Asume el riesgo, y si te tienes que lesionar te vas a lesionar. Te lo digo yo, que me rompieron los ligamentos con una entrada por detrás. Es fútbol.

Espero que esta carta te ayude a tomarte la carrera de otra manera. Como un reto. A ningún contrario le importa si vas a pasar al primer equipo o al Las Palmas, lo que les importa es que no les pases a ellos. Los contrarios no van a por ti, simplemente defienden lo suyo, tienen su orgullo. Un abogado habla, un barrendero barre, un defensa da patadas. Un atacante las recibe. Solo es un trabajo.

«Es solo un trabajo. La hierba crece, los pájaros vuelan, las olas acarician la arena… Yo me peleo en un ring».

Muhammad Ali

Bienvenido al Fútbol

Un servidor

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