Carta abierta a los representantes

Carta abierta a los representantes

Queridos representantes,

Os escribo esta carta porque creo que os la merecéis. Indiscutiblemente sois parte del fútbol, aunque os guste permanecer en las sombras, necesitáis dejaros ver.

Los jugadores solo confiamos en representantes con nombre (independientemente si es buen o mal nombre). A veces es un error, pero jugarse el futuro con un Don Nadie es una decisión complicada.

Sé que todos no sois Mendes o Raiola, aunque todo el mundo se haga esa imagen de vosotros.

Jorge Mendes

Mi experiencia con representantes es más bien escasa, ya que estuve la mayor parte de mi carrera productiva con el mismo: Mi primo.

En los últimos dos años de mi carrera tuve contacto esporádicos con otros representantes; ambas partes sabíamos que eran relaciones sin futuro. Algo así como una relación en Tinder. Me encontraban un equipo, fichaba y les pagaba. Fin.

A veces eran ellos quienes me venían con una propuesta, otras veces era yo quien les daba un toque de teléfono para ver si tenían argo suelto para mí.

Mi representante

En cuanto a representación fui un jugador precoz. A los 15 -cuando la cosa se empezó a poner seria- ya me representaba mi primo (unos 10 años mayor que yo). Mis padres decidieron hacerse a un lado en lo futbolístico cuando empezaron a llamar a mi puerta los representantes. Alejarse le permitió educarme como uno más de mis hermanos, sin privilegios.

No debe ser fácil ser padre de un campeón del mundo.

Mi primo -mi representante de aquí en adelante- no era profesional por aquel entonces, pero yo tampoco. Fuimos aprendiendo sobre la marcha.

Opción arriesgada, pero con mis cualidades futbolísticas teníamos el suficiente margen para equivocarnos y recuperarnos. Equipos no me iban a faltar en la etapa formativa. Después de los 23 años se complica la cosa.

Puede que estuviera equivocado, pero durante toda mi carrera tuve claro que si mantenía mi nivel podía ser dueño de mi carrera. Pero eso no es fácil.

Algunas personas me han dicho que me equivoqué estando con mi representante tanto tiempo, pero el me llevó a Southampton. No creo que mi trayectoria sea una causa o consecuencia de nuestra relación. Influyen muchas cosas, y lo relacionado al terreno de juego principalmente.

Nadie me asegura que con otro representante hubiera llegado más lejos o más cerca. Nadie.

Todos los representantes tenéis en vuestras vitrinas algún jugador que os hace sentir orgullosos, y en vuestros trasteros, diamantes que nunca brillaron.

Está claro que de haber sido más experto, mi representante habría sabido cómo mover hilos en las sombras para presionar a los clubes y conseguir alguna oportunidad más, pero eso lo sé ahora.

Solo éramos niños

El mundo del fútbol acelera etapas en la formación.

La competencia es tan grande que se apresuran en firmar a los jugadores lo antes posible. Ir a buscar a un jugador con 17 años ya es ir tarde.

Hay jugadores que antes de dar el primer morreo ya tienen representante.

Es fácil captarnos cuando somos niños. Una de las tácticas más comunes siempre ha sido regalarnos botas. Quizás por eso no me sedujo ningún representante; tenía contrato con Nike desde los 14 años.

En el año 96 debía ser de los muy pocos adolescentes de España que tenía contrato con una marca deportiva. Eran los inicios de Nike en el mundo del fútbol. Andaban como locos buscando iconos.

Me sorprende que todos los representantes utilizaran la misma estrategia para captar niños. Éramos presa fácil. Pero no solo los jugadores, también los padres. El hecho de despertar el interés de un representante hace indicar que el niño tiene muchas posibilidades de convertirse en futbolista profesional, pero las matemáticas pueden tumbar de un plumazo a la ilusión:

Ni el 1% de los federados llega a primera división.

Deberíamos ganar todos

Al llegar a la etapa juvenil se empieza a vislumbrar quiénes son aquellos que se sitúan en la pole position para ser profesionales.

«Corremos nosotros y vosotros cobráis».

Vuestra profesión no es nada fácil, a pesar de que seáis muchos -casi tantos como futbolistas- el negocio no es tan rentable como puede parecer. Te tiene que gustar este mundillo para dedicarte. Yo muchas veces pensaba: «corremos nosotros y vosotros cobráis». Qué equivocado estaba.

Tenéis tanta competencia entre vosotros que acabáis viéndonos como objetos si no somos tan rentables como esperáis. Muchas veces no tenéis en cuenta que aquí nos la jugamos todos.

El talento no es tan importante como parece.

Cuando jugaba pensaba que bastaba con el talento para conseguir un buen equipo. En cierta manera es así si eres un fuera de serie, pero para la gran mayoría de futbolistas que tiene un nivel medio, el peso de los contactos es fundamental. En cada categoría hay que llegar a unos mínimos, porque, entre dos jugadores similares, la opción con más números dependerá de la relación entre el representante y el director deportivo (o el entrenador).

Los representantes oportunistas y especuladores abandonan ante la mínima tempestad. No están dispuestos a perder dinero ni tiempo. Ser representante es una carrera de fondo.

Un amigo representante me contó que se pasa más de 150 días al año fuera de casa. Muchos de estos días son en fin de semana. Dedicar tiempo no significa que vayas a obtener resultados, pero no hacerlo te asegura no obtener nada.

He trabajado de comercial de Thermomix y, aun teniendo un producto con prestigio, era complicado venderlo. Solo vendí dos: una a mi hermana y otra a mí mismo. No quiero ni imaginar la dificultad que debe suponer colocar a un jugador que no ha tenido su mejor temporada.

«Tengo un par de equipos para ti», «estoy moviendo un par de cosas», «el mercado está muy parado, pero tranquilo».

Cualquier representante

Creo que la mayoría de futbolistas con más de 23 años sabe lo complicado que es conseguir un equipo decente, pero de lo que se queja el jugador es de las falsas promesas. Cualquiera que haya jugado en un cierto nivel conoce estas frases: «tengo un par de equipos para ti», «estoy moviendo un par de cosas», «el mercado está muy parado, pero tranquilo».

Imagino que es una manera de no desanimar al jugador, de evitar decirle «de momento nadie te quiere». Pero con el paso de los años el jugador quiere conocer la verdad. No es agradable que te mientan como a un niño. Sin embargo os admiro porque vuestra fe es superior a la de los propios futbolistas. Estos, cuando se va acercando el cierre del mercado, temen no encontrar un equipo que les pague lo que quieren, pero vosotros apuráis tanto que llega un momento en el que el jugador acepta ofertas que 15 días antes eran irrisorias.

Los futbolistas también somos bastantes cabr***s

Reconozco que los futbolistas somos bastante cabrones. No fue mi caso porque me mantuve fiel a pesar de las tentaciones, pero conozco varios casos de jugadores que han dejado tirados a sus representantes después de años con una relación cordial.

Normalmente es porque otro representante tiene mejores contactos. O porque su representante no es capaz de conseguir una oferta decente.

A los futbolistas nos da igual la temporada que hayamos hecho; solo queremos un equipo en el cual demostrar que podemos dar el nivel y hacer un temporadón.

Los representantes sois más cabr***s

Por cada caso de futbolista que ha dejado tirado a su representante, conozco 5 de representantes que han dejado colgados a sus futbolistas. La manera de dejarlos colgados es un tanto peculiar, ya que no se trata de comunicación directa.

Una manera es no contestando al teléfono. Algo totalmente ridículo teniendo en cuenta que son personas que se pasan el día hablando por teléfono. Pero justamente cuando no tienen ofertas que ofrecer no contestan.

Ojo: como el jugador encuentre un equipo a través de otra persona ajena a él, es el primero en reclamar una comisión. La famosa cláusula de exclusividad que alguno trata de ejercer sin mover un dedo (o moverlo en la dirección errónea).

No somos mercancía

En mi segundo libro Ulises: diario de un futbolista pobre (Amazon) toco este tema de muy cerca. De hecho al representante le llamo Amazon porque representa a paquetes que envía a todas partes de España.

Respecto a sentirse como mercancía creo que es un tanto exagerado, pero no deja de llamarme la atención que nuestro representante nos diga de un día para otro: mañana por la mañana tienes que estar en Murcia. Y te ves diciéndole a tu pareja que te vas al día siguiente. «Cuando tenga piso te vienes para allá».

Me parece curioso cuando hablo con mis ex compañeros, ahora representantes, la cantidad de aspectos de este mundillo que desconozco.

Me asusta darle cuenta como funciona el fútbol por dentro, me asusta haber desconocido tanto de lo que era mi profesión.

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