Carta abierta a Iñaki Williams

Carta abierta a Iñaki Williams

Estimado hermanito,

Te escribo esta carta tras ver cómo le plantaste cara un grupo de personas que te insultó en el estadio de mi querido Espanyol. Antes de seguir debo decirte que hiciste bien en ese momento y en tus declaraciones posteriores. No se debe silenciar esta problemática. El fútbol forma parte de la sociedad y debe haber un mínimo de convivencia.


Hace unos días escribir a Balotelli una carta similar a la que tú estás leyendo. (Puedes leerla aquí)


Nada nuevo bajo el sol

Ningún episodio de los que hayas vivido me resulta ajeno. Durante mi carrera siempre me he encontrado con este tipo de personas. Incluso lo llegué a normalizar este tipo de situaciones. Eran mucho más habituales que ahora, quizás por eso no llamaran tanto la atención.

Asumí que el hecho de ser futbolista conllevaba aguantar todo tipo de insultos. Eso no quiere decir que los aceptara agachando la cabeza. Todo lo contrario, cabeza arriba. El llanto no era una opción, ya que no quería darles el placer de dañarme. Ser fuerte en muchas ocasiones es una obligación. Tampoco tuve la necesidad de llorar, pero como tú, más de una vez, contesté con insultos a los que trataron de ofenderme.

Estos capítulos de racismo ocurrían la menor de las veces, pero quedaton marcadas en la formación de mi carácter. Desde niño tuve claro que quería ser todo lo contrario que esas personas que van al campo de fútbol a sacar sus demonios.

Está claro que yo como espectador soy más parecido a los del teatro. No grito, no animo… Sólo aplaudo cuando lo creo conveniente. Para la grada de animación no me ficharían. Soy mi propio cheerleader.

Cuando más insultos recibía era estando dentro del terreno de juego -me motivaban, aunque preferiría no convivir con ellos-. Los cobardes saben que es poco probable que saltes del campo para atizarles o contestarles. Bueno, Cantona no lo dudo.

Cantona y el sentido de la vida

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Sin embargo, me sorprendió que se atrevieran a insultarte estando a escasos metros, justo cuando te dirigías al banquillo después de ser sustituido. Lo normal es que cuanto más cerca estés menos se atrevan. Para ellos lo normal es que los oigas pero los ignores. Pero esta vez hiciste lo que debería ser lo normal: enfrentarte a ellos.

Si hace unos años me hubiesen preguntado qué opino de una actitud como la tuya habría dicho que va en el sueldo. Porque era lo que había vivido como futbolista, estaba enajenado. Por suerte, mi punto de vista respecto a este tema ha variado bastante. En el sueldo no está escrito dejar que los aficionados pisoteen tus derechos humanos.

El hecho de ganar mucho dinero no implica que renuncies a tus derechos fundamentales. Ni tú ni nadie.

Otra cosa que me llama la atención es la nueva normativa que dice que los jugadores han de abandonar el campo por la zona más cercana a la que se encuentren. O sea, que si estás en la banda contraria a los banquillos debes abandonar el césped y dar la vuelta al estadio. Es ridículo!

Hacer que los jugadores se paseen delante de los espectadores rivales (a veces propios) es tentar a los más salvajes. Estos no perderán la ocasión ofender al jugador si no les ha caído en gracia. A esto hay que sumarle, que un jugador que ha sido sustituido puede estar más sensible respecto a algún comentario ofensivo. Y una vez sustituido es muy apetecible defenderse.

Tu compromiso contra el racismo es intachable

Six Dreams (Amazon prime)

Tu compromiso en la lucha contra el racismo ha estado presente durante toda tu carrera deportiva; conviene recordar que eres el segundo jugador negro en la historia de la primera plantilla del Athletic de Bilbao.

Escucharte hablar del origen de ti familia es sencillamente inspirador, porque eso te hace no perder la perspectiva del esfuerzo de tus padres por sacaros adelante a ti y a tu hermano en tierra de nadie.

Como bien explicaste en la serie de Amazon Prime «Six dreams» has tenido que luchar para que el sector más conservador de la afición del Athletic te acepte como uno más de ellos. Pero lo que más me gustó fue la importancia que le dabas a tu figura a la hora de abrir paso a otros niños que sueñan con llegar al Athletic -o donde quieran- sean del color que sean.

Está claro que, a personajes como tú, el racismo os puede afectar de refilón; futbolista, rico, popular… Todos te quieren. Pero que te mojes en este asunto demuestra tu empatía respecto a los que no gozan una situación privilegiada como la tuya. Lo más fácil sería decir «A mí no me afecta». Y tú no lo haces.

Te felicito por tu implicación, y además, te haces un favor a ti mismo; serás futbolista durante unos años, pero negro durante toda tu vida.

A pesar de los capítulos de racismo que nos salpican de tanto en tanto, esta sociedad ha avanzado una barbaridad respecto a la de hace unos 15 o 20 años. Aún así no debemos parar en nuestra lucha contra el racismo, el machismo, la homofobia, y los derechos humanos en general. Allá donde hay personas, la convivencia es prioritaria.

Una anécdota

El año en el que estuve cedido en el Hércules de Alicante con 20 años, me lesionaron en un partido amistoso contra el Elche. Cruzados rotos. Eso ocurrió al filo del descanso.

Después de ser observado por el médico en el vestuario durante el descanso, me dirigí al banquillo para ver la segunda parte. Dos compañeros se encargaron de llevarme casi en volandas al banquillo. Pues un aficionado, al verme salir del túnel, comenzó a gritarme «negro, jódete». A lo que yo respondí: «Que te calles hijo p***!». Me senté impotente en el banquillo.

En ese momento me dolió más ese insulto que la rodilla destrozada. ¿Qué necesidad tenía ese tipo de increpar a un jugador sustituido y lesionado? Sin embargo, jamás tuve ningún rencor a la afición del Elche.

Entre ser un héroe apaleado y volver a casa mosqueado, la opción más popular es la segunda.

Espero que no te hayas quedado con la sensación de que toda la afición del Espanyol se comporta como los pocos idiotas que van al campo a hacer el sonido del mono. Estos comportamientos lo sufren todos los aficionados que los rodean, pero enfrentarse a según qué personas es jugarse la vida. Entre ser un héroe apaleado y volver a casa mosqueado, la opción más popular es la segunda. Tienes todo mi apoyo, hermanito.

«Más ruido hacen diez hombres que gritan que cien mil que están callados» (el problema son los que callan ante la injusticias).

San Martín

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