Hoy tuve un sueño, aunque más bien fue una pesadilla. Soñé que mi hijo, con unos 12 o 13 años, estaba jugando en un equipo fuera de la ciudad. Íbamos a visitarlo, y aunque verlo me alegraba, la despedida dentro del sueño me dejó un agujero inmenso en el alma. Me dolió profundamente. Me desperté sobresaltado y, casi sin pensarlo, fui a su habitación para comprobar que estaba descansando.
Más tarde, al levantarme por la mañana, todavía sentía esa huella en mi interior. Me di cuenta de algo: si mi hijo llega a ser un as del fútbol, no dejaré que se marche de casa antes de los 17 años. No veo sentido en que el fútbol lo aleje de su familia. El fútbol, para mí, siempre ha sido un elemento de unión, no de separación. No voy a permitir que lo sea.
Y me pregunto: ¿en qué piensan los padres que dejan que su hijo se vaya a 500 kilómetros de distancia para jugar al fútbol? ¿Harían lo mismo por estudios? ¿Por practicar esgrima? No lo sé. ¿Por qué para el fútbol sí, y para otras cosas no?
Lo tengo claro: hasta los 17 años, aunque tenga la oportunidad de jugar en el mejor equipo, mi hijo no se irá de casa. El fútbol puede ser importante, pero nunca más que la familia.
De verdad, que te entiendo, però sí a tu hijo de 16 años, le propone un equipo top un contrato de cantidad asombtosa? No lo demás ir? Y si de otro midó, a tu hijo con 13 años se le ofrece estudiar en una de l’as màs prestigiosas instituciones del mundo, a 2000kms de casa, lo dejas ir? Los padres somos egoistes por eso somos padres, però no limitemos el crecimiento del crio y no siempre crecerà mejor a tu cobiji. Dale una vuelta
Con 16 años sí, con 13 años no. No puedo dejar en manos de otro le parte de educación que me toca. Nunca es la última oportunidad cuando eres tan joven. Puede que si llegara la situación debería solo es cuestionable con 16 años.