Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos.
Nicolás Maquiavelo
Si no se teme a la incertidumbre, la vida del futbolista es cómoda. Cuando escucho a la gente envidiar la vida de los futbolistas creo que no conocen toda la verdad. Me refiero especialmente a las personas que dicen ser muy de sus casas, muy de sus barrios, muy de sus países. Todo lo contrario a lo que es la vida del futbolista.
Cada temporada un nuevo destino
Raro es el caso del futbolista que no haya tenido que cambiar de ciudad al menos 3 o 4 veces durante los últimos 10 años… Y aún me parecen pocas. Yo, en el período de unos 7 años, llegué a vivir en 6 ciudades y 3 países. Con apenas 26 años. Eso no es lo normal para la gran mayoría de personas; en el fútbol no tienes otra opción si quieres llegar a la élite.
El club elige por el jugador
Los clubes, gentilmente, ofrecen a los jugadores hacerse cargo de la elección y coste de la vivienda. A veces dan la posibilidad de escoger entre 2 o 3 pisos al jugador, pero en la gran mayoría de ocasiones -para ahorrarse dinero- es el club quien se encarga de asignar un piso a los recién llegados. Suelen tener un número de pisos francos destinados a la llegada de nuevos jugadores. También intentan colar la opción de meter a varios jugadores compartiendo piso, especialmente si son jóvenes, africanos o latinoamericanos. (Yo evitaba compartir piso).
Una casera perdonó el alquiler dos meses a un futbolista
Para lo que me queda en este convento…
A pesar de tener puntos atractivos, cambiar cada año de ciudad o de país hace que cueste hacer de un piso un hogar. Y lo principal para considerar tu casa un hogar es escoger el mobiliario. En mi caso, nunca escogí los muebles de los pisos que habité. Solo estando en el Hércules me atreví a comprar una mesa de ordenador para pasar las tardes grabando canciones de rap cantadas por mí. Luego se quedó allí. De alguna manera sabía que no iba a estar mucho tiempo en el lugar, entonces ¿para qué malgastar dinero y tiempo en la decoración? -pensaba yo. Pues simplemente para evitar tener que hacer una mudanza sangrienta a los pocos meses.
Estaba totalmente equivocado, no estaba viviendo el presente, me enfocaba en la posibilidad de algún día conseguir un contrato de muchos años y a sentarme en algún lugar. Clavar mi bandera y conquistar mi propia cima. Cuando lo que debería estar haciendo es convertir mi piso en un hogar fuese el que fuese el tiempo que iba a estar allí.
Enchufar la PlayStation no convierte un piso en un hogar.
He hablado de mi experiencia personal, pero los pisos de otros compañeros que vi tampoco fueron amueblados por ellos. No lo sabían pero, los futbolistas no amueblan sus pisos.
Soy autor de Fútbol B y Ulises: diario de un futbolista pobre.
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