Leyendo el libro de Gurrutxaga «Subcampeón» he revivido muchas situaciones que viví en mi etapa de futbolista Profesional y semiprofesional. En este caso me voy a centrar en la etapa que pasé en La Fundación Logroñés de tercera división.
Para ponerte en contexto, me encontraba en mi penúltima temporada como futbolista profesional o semiprofesional, como prefieras. Por aquel entonces no lo sabía. Había fichado por la Fundación Logroñés pensando que era Logroñés. Pero no te rías de mí todavía. Antes de la firma ya sabía que no era Logroñés. Pero cuando se interesaron por mí, omitieron en todo momento que ellos eran la Fundación Logroñés y no Logroñés de toda la vida. Entonces cuando las negociaciones estaban más que avanzadas, ya no había marcha atrás. Me pareció ilusionante el proyecto porque se trata de una ciudad medianamente pequeña pero capital de provincia en la que había espacio para dos equipos importantes. Sin embargo, me encontré con una sorpresa, que este equipo no tenía ninguna estructura más allá del fútbol base. Era como si hubieran construido un equipo de la nada, sin juveniles, sin cadetes, solo el primer equipo. Ya tenían unos años de bagaje, se encontraban en tercera división, pero esa tercera división era un poco tramposa porque por debajo de esta no había muchas más categorías. La sorpresa fue que me ofrecieron 2.000 euros de contrato mensuales, los cuales acepté de buen grado porque siendo tercera división era un sueldo maravilloso, pero solo pagaron el primer mes y medio. Después nos dieron largas durante toda la temporada. Bueno, para mí la temporada terminó en enero cuando me marché junto a la gran mayoría de mis compañeros, pero antes pasamos cuatro meses sin cobrar y finalmente no cobramos ese dinero porque tuvimos que rechazar la posibilidad de denunciar. Es curioso el mundo del fútbol porque a pesar de no cobrar no podíamos dejar de ir a entrenar y mucho menos no podíamos dejar de jugar. Corría peligro nuestras licencias como futbolistas. No podíamos fichar por ningún equipo a pesar de no cobrar. Y esta historia que la he comentado muchas veces en diferentes foros ha vuelto a renacer en mí después de leer el libro de Gurruchaga porque, como era de esperar, él también vivió ese tipo de situaciones como la gran mayoría de futbolistas que se encuentran en las categorías no profesionales del fútbol español. A la gente le parece que ser futbolista es algo maravilloso, es maravilloso jugar a fútbol, pero ser futbolista ya requiere de otros calificativos que a día de hoy no sabría cuál es escoger.
¿Qué ha sido de mi vida después del fútbol?
Después de retirarme he hecho diferentes cosas, pero en los últimos tiempos he vuelto al mundo del fútbol, pero para entrenar a niños benjamines. Creo que de alguna manera tengo una deuda con el mundo del fútbol, que a pesar de haberme ofrecido partes oscuras de este, me ha regalado muchos momentos de beneficio y de crecimiento. Y creo que a través de entrenar niños puedo devolvérselo con creces.
Entreno a niños
No es algo que haya escogido yo. Más bien diría que la vida me ha llevado por estos derroteros. Seguramente mis experiencias en el fútbol formativo como jugador me han formado la personalidad. Y quién sabe qué más. Al final uno no escoge siempre sus caminos y, como digo yo, me preparo, pero no sé para qué. Por suerte, la vida me está llevando a derroteros en los que me siento cómodo y, sobre todo, me siento útil para la sociedad.
¿Qué es lo que más disfruto de formar a niños en el fútbol?
Lo mejor de trabajar con niños es ver cómo evolucionan, y sobre todo la gratitud que tienen hacia los formadores, especialmente cuando notan que se interesa por ellos, o sobre todo que les importan. Por ejemplo, en mi caso, a mí me importa mucho que cada jugador, cada niño, cada niña, mejore; me adapto a sus condiciones para evitar esa presión innecesaria que se ve tanto en el mundo del fútbol. Por desgracia, muchos padres creen que presionando más a sus hijos van a conseguir mejores resultados, pero a mí me gustaría verles a ellos jugar porque creo que muchos de ellos hablan de boquilla, y luego, con un balón en los pies, son más malos que sus hijos.
"Con un balón en los pies, son más malos que sus hijos" Share on XCómo manejo las expectativas de los padres
Por el momento no he tenido que lidiar con las expectativas de los padres respecto a sus hijos, porque son demasiado pequeños, y tengo una ventaja porque he sido futbolista profesional. Entonces tengo un principio de autoridad que me permite tomar decisiones y ejercer acciones sin estar juzgado por los padres.
Mi experiencia como profesional al servicio de los niños
Mi experiencia en el mundo del fútbol profesional me ayuda a comprender que no todos los niños desean ser profesionales y me ayuda a ponerme en los zapatos de aquellos niños y niñas que tienen el sueño de jugar fútbol, pero no todos quieren trabajar en este mundo. Esto debe estar claro. He visto a muchos jugadores pasar por el mundo del fútbol; muchos compañeros se han quedado atrás, yo mismo me he quedado en el camino mientras otros han alcanzado niveles más altos. Mirando hacia atrás, me doy cuenta de que en el fútbol no disfrutas solo al llegar a la élite, sino mientras trazas tu propio camino, independientemente del nivel que alcances. Por eso, para mí es muy importante que el tiempo que los niños están bajo mis órdenes practicando fútbol sea un período feliz. Si un solo niño en mi equipo termina la temporada y dice que no ha sido feliz, la responsabilidad será enteramente mía por no haberlo detectado antes.
"En el fútbol no disfrutas solo al llegar a la élite, sino mientras trazas tu propio camino, independientemente del nivel que alcances." Share on XComunicación
Me comunico con los niños desde la cercanía, sin dejar de utilizar la autoridad. Que vean que soy bromista, que vean que sonrío, que vean que me divierto, pero que vean que también me importa que hagan las cosas bien. Intento que sientan que sé que son niños, que yo también he sido niño, y eso es importante a la hora de trabajar con ellos. No olvides que tú también has sido un niño, y el niño que has sido tú no ha desaparecido, simplemente ha quedado enterrado bajo los años. Por suerte, al ser padre, puedo volver a revivir esa sensación de niñez. También me ayuda mucho que trabajo en un colegio, y tengo una capacidad de análisis para entender a los niños, porque veo a muchos todos los días. Creo que para ser un formador en un equipo de fútbol es muy importante el trato que tengas con los niños, y yo creo que trabajar en educación es un plus.
Diariamente siento una conexión con los niños, especialmente cuando termina la sesión de entrenamiento, que en muchas ocasiones es un pelín más complicada que otras, pero cuando digo que se ha terminado el entreno, todos se quedan sorprendidos y medianamente decepcionados porque no se creen que haya pasado tan rápido el tiempo. Y me preguntan, ¿ya ha terminado? Y me piden entrenar un poquito más, entonces les regalo dos minutos más. Y definitivamente tengo que cortar porque hay otros equipos esperando para entrar en el campo y porque creo que las cosas hay que dejarlas cuando uno se lo está pasando mejor.
¿Cómo los mantengo conectados?
Principalmente tareas que puedan desarrollar con cierta facilidad y poco a poco cuando veo que la van dominando la voy complicando. A uno le gusta sentir que domina lo que hace, pero intento crearles la necesidad de que busquen la dificultad o que superen las dificultades y eso se ve. Creo que poco a poco están consiguiendo tener esa mentalidad de crecimiento para no frustrarse cuando las cosas no salen bien.
Cómo lidiar con la frustración
No tengo ningún plan especial o herramienta para lidiar con la frustración, pero no me he encontrado con esta situación en los dos años que llevo entrenando a niños, y probablemente sea por cómo me dirijo a ellos y cómo les remarco las cosas que hacen bien. Tienen que sentir que todos hacemos algo bien, y si somos tan insistentes en remarcar los defectos, creo que deberíamos ser también insistentes en remarcar las virtudes y los aciertos, que ellos mismos sientan los aciertos.
¿Qué es lo más les gusta?
No todos los niños se desenvuelven igual en todas las tareas. Pero hay algo que a todos les gusta, que es jugar un partidillo como si estuvieran en la calle. Por eso, a final de cada sesión, trato de que acaben jugando un partido entre ellos con el mínimo de reglas posibles. Las únicas reglas que pongo son las necesarias para que no haya un desmadre. Y, en ocasiones, para trabajar algún aspecto táctico en concreto, pero sin que se note. Ellos lo van adquiriendo, pero al mismo tiempo se van divirtiendo. Al final, mi objetivo es traer la calle al terreno de juego y domarlo.
Mejoras continuas
Semanalmente noto la mejora en prácticamente todos los jugadores. Si me paro a pensar, creo que no hay ni un solo niño que se haya quedado estancado. Se encuentran en un periodo de crecimiento en el que debo acompañarles para que disfruten del fútbol. No intento crear futbolistas, intento que los niños que practican fútbol conmigo lo dominen de la mejor manera posible para que lo puedan disfrutar. Al igual que haría con cualquier persona que está aprendiendo algo, porque cuanto más aprendemos acerca de una actividad, más la disfrutamos. Seamos músicos, cantantes, carpinteros, mecánicos, escritores. Cuando uno aprende, entiende. Y cuando entiende, puede llegar a disfrutar mucho.
Hay varios casos de jugadores que me han sorprendido con su progreso, como el portero que inicialmente parecía un caso perdido, un grave error por mi parte. En cuestión de uno o dos meses, se ha convertido en el mejor portero de la categoría. No se lo he dicho, pero es lo que veo. También tenemos casos de jugadores de otros países que, sin entender el idioma, han absorbido conceptos que ni siquiera podría haberles explicado a aquellos que hablan mi misma lengua. A través de ejercicios, los han entendido y, lo que es mejor, los están aplicando tanto en los entrenamientos como en los partidos. Al final, el fútbol es un lenguaje universal que te brinda respuestas incluso cuando no sabes en qué idioma has formulado la pregunta.
La pasión por el fútbol trasciende idiomas y fronteras. En cada niño, veo la promesa de un potencial ilimitado y la posibilidad de un progreso sorprendente. A medida que compartimos este deporte universal, no solo enseñamos habilidades futbolísticas, sino también valores fundamentales: la perseverancia, la alegría en el aprendizaje y la importancia de encontrar la felicidad en cada paso del camino. A través del fútbol, descubrimos no solo un juego, sino una conexión humana que trasciende más allá de las palabras.
Sabes cuantos/as medallistas olímpicas/os tienen un PADRE/s que desde pequeños les exigen mucho??? Pues, así es, si el niños no se exige no puede competir por eso se crearon las categorias.