Entrenador-jugador: La importancia de estrechar la mano

En los pocos meses que llevo colaborando en la UD Les Fonts me he fijado en que los jugadores no tienen la costumbre de dar la mano al entrenador.

En las canteras de clubes profesionales es prácticamente obligatorio, y creo que debería serlo en todos los equipos. No es lo mismo llegar y empezar a correr que dar la mano al pisar el terreno de juego.

Qué beneficios tiene para un jugador darle la mano al entrenador

1.Demostrar respeto (y profesionalismo) hacia el entrenador y el equipo.

En el momento que se estrechan las manos un futbolista y un entrenador se establece una señal de respeto y predisposición a colaborar. Por norma general, cuando estrechamos las manos es para saludo, colaboración o aceptación de unas reglas en común en caso de enfrentamiento.

  • Saludo. Al llegar a una cita o reunión, desde mi punto de vista saludar es indispensable antes de comenzar cualquier tipo de interacción; y qué mejor manera que dando la mano. Prefiero esta opción muy por delante de los tradicionales dos besos. Los dos besos solo los veo lógicos entre personas que se tienen un cierto aprecio. En el primer encuentro lo veo fuera de lugar. Pero cuando se trata de un lugar, por ejemplo una sala de espera, una tienda, etc. basta con decir hola, buenos días, buenas tardes o buenas noches. Aunque hay personas que no tienen esa costumbre y tratan de hacer parecer ridículos a los que sí lo hacemos. En un equipo de fútbol, un apretón de manos -ya sea con los compañeros o los técnicos- significa compromiso dentro de lo profesional.
  • Colaboración. Cuando se cierra un acuerdo es común hacerlo con un apretón de manos. Es un gesto sencillo pero muy significativo. Incluso es un gesto que va más allá del mero saludo cuando se inicia una negociación. El gesto implica que, aun teniendo intereses opuestos, ambas partes están dispuestas a alcanzar un acuerdo lo más ventajoso posible para ambas partes.
  • Aceptación de las reglas. Un apretón de manos entre competidores implica que ambos contendientes van a enfrentarse siguiendo unas reglas establecidas. En este caso el jugador y el entrenador aceptan que uno toma decisiones y el otro las acata.

2. Establecer una relación de confianza y comunicación abierta con el entrenador.

He tenido varios entrenadores durante mi carrera, y me he llevado bien con el 90% de ellos independientemente de mi participación en el equipo. Además de trabajando, siempre les mostré respeto al saludarles. No es que cada sesión comenzase con un apretón de manos, pero estaban presentes. A día de hoy me atrevería a decir que, si me los encontrara en la actualidad, me abrazaría con el 90% de ellos y con el que queda tendría una conversación cálida. Pudimos tener diferencias en nuestro día, pero esas cosas quedan al margen. Lo que prevalece son las muestras de respeto.

3. Aumentar la motivación y el sentido de pertenencia al equipo.

Dar la mano a los compañeros y al entrenador facilita una relación más cercana, lo que ayuda a mejorar la comunicación entre ambas partes. Este acercamiento puede ayudar a aumentar la sensación de pertenencia al grupo. De esta manera es más fácil sentirse motivado a la hora de ayudar al equipo.

4. Establecer una rutina y una norma de conducta positiva en el equipo.

A todos nos enseñan a saludar al llegar a un lugar cuando somos niños. Sin embargo, en la edad adulta muchos tienen serios problemas para dejar ir un simple hola. Por otra parte, entrar en un vestuario sin saludar, día tras día, puede crear en ese jugador una imagen de persona desagradable. Dar la mano, además de ser un gesto cálido, ayuda a establecer una rutina en cada sesión.

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