Carta abierta a Pablo Machín

Carta abierta a Pablo Machín

Querido Pablo Machín,

Te escribo esta carta para saber cómo te encuentras después del desastroso partido de los jugadores que entrenas. Me refiero concretamente al RCD Espanyol 2 Osasuna 4.

Durante los primeros 45 minutos parecía que por fin veíamos que el estilo «Made in Machín» estaba surgiendo efecto. La lástima es que este partido lo hemos visto toda la temporada.

30 segundos

Por primera vez en varias jornadas llegamos al descanso con la tranquilidad de comernos el bocadillo -o tomar el café- con una sonrisa. Ahora, a toro pasado, puedo decir que estábamos en el ojo de «El Huracán Chimy».

En los estudios de Cadena Ser tenemos una máquina de café. Cualquier tipo de café cuesta 50 céntimos. Un precio más que decente. Pero cuando llevas un año ahí entiendes porqué casi nadie toma ese café.

Bueno, lo del café es para explicarte que la máquina tarda en prepararlo unos 45 segundos. Mientras se está preparando la gente suele ir al servicio, y a la vuelta lo recoge de la máquina.

El primer gol de Osasuna llegó a los 30 segundos de la segunda parte. Ni en 30 segundos haces un mal café.

Te vi en la banda soltando rayos y truenos a través del lenguaje corporal. Con tus notas en las manos. No llovía, pero era papel mojado. En 30 segundos se fue al traste todo el trabajo de la semana (otra vez); las consignas dadas en el descanso quedaron anuladas en 30 segundos.

A los 4 minutos cayó el segundo gol, obra de El Huracán Chimy. Un regalo.

Los jugadores estaban noqueados. El público dejó de autoengañarse. Fueron al estadio con la intención de animar al equipo, pero ¿quién anima al público? Incluso me pareció heroico que no empezaran a desfilar hasta el minuto 80.

Hundidos

La rueda de prensa que diste reflejó la opinión de gran parte de la afición. Las redes sociales se llenaron de aprobación hacia tu discurso. Pero tú no eres un aficionado. Tú tienes que volver a ese vestuario.

En cambio, los aficionados no están obligados a volver a la grada ni a sintonizar el partido. Pero tienen un contrato no escrito con el club, con ellos mismos.

Delante de un micrófono uno no puede decir todo lo que piensa, y sí pensar todo lo que dice. Todo esto que dijiste ¿a quién va dirigido?, ¿a los jugadores? Ellos no estaban en la sala de prensa; ¿a los aficionados? Te aplaudirán, pero matarán los jugadores.

Todo quedó reducido a la falta de cojones, un argumento futbolísticamente pobre. Tiene que haber algo más -siempre hay algo más- porque si solo fuese eso, mi madre sería titular.

Aunque tus hijos sean unos pipiolos con menos agallas que Steve Urkel enfrentándose a Terminator, mejor decírselo en casa. No digo que los defiendas en rueda de prensa, pero no los humilles cuando se han humillado ellos mismos durante 90 minutos.

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