Querido Borja,
Te escribo esta carta para que sepas que Barcelona es tu casa. Aunque uno no necesita que un tercero le diga cuál es su casa. Desde bien joven has vivido en varias ciudades y en todas te has hecho querer.
Solo en Barcelona (RCD Espanyol) creyeron que lo vuestro era un matrimonio sin cláusula de divorcio; sin embargo, el Espanyol y tú formábais una pareja de hecho. Ambas partes lo sabíais.
En este aspecto eres como Osho que dice: «mi cuerpo es mi casa, por eso estoy bien en todos sitios».
No eres tú, eran tus goles
De todas las bajas que hubo la temporada pasada solo se habla de tu marcha al Betis. Pero hay que recordar que también dejaron el club Sergio García, Roberto Rosales, Roberto, Óscar Duarte, Mario hermoso, Hernán Pérez, Álex López. Además de Rubí.
¿De verdad estás dispuesto a cargar con la culpa? No deberías. Muchos de estos jugadores habrían querido continuar. Pero el club decidió no luchar por ellos. Al bueno de Rosales le dimos palos porque no supimos ver cuál era su función dentro del equipo. Queríamos que defendiera como Maldini, cuando su fuerte era organizar el juego.
Los goles son tangibles, como el dinero en efectivo, pero hay aspectos del juego intangibles, como el dinero electrónico. Contact Less.
Si Calleri llevara 6 goles, no habría importado tu marcha. Si Wu Lei llevara 6 goles, no habría importado tu marcha. Si Ferreyra llevara 6 goles, no habría importado tu marcha. Si Campuzano llevara 6 goles, no habría importado tu marcha. Si hubieras marcado 8 goles, no habría importado tu marcha.
Quizás el enfado no sea contigo, pero a veces es necesario ponerle cara y ojos a la decepción, y en este caso te tocó a ti.
Cómo nos conocimos
Recuerdo que nos conocimos (virtualmente) porque te regalaron mi libro Fútbol B y a través de Instagram conectamos. En ese momento me asusté «hay profesionales que leen mi libro. Oh shit!».
Recuerdo que a principio de temporada tenías bastantes ocasiones pero no acertabas tanto como querías. Se escuchaban críticas respecto a tu fiabilidad.
Te escribí algún mensaje felicitándote a pesar de no estar acertado de cara a puerta. Estás creciendo mucho, te decía. Cualquier futbolista sabe que para meter goles hay que tener ocasiones, y tú las tenías. Aun así, decías: «joder, pero es que no se puede fallar tantas ocasiones». Te dije que te lo tomes con calma.
El futbolista y la duda son como esos amigos que se ven de forma irregular durante el año.
Cuando los aficionados piden, los futbolistas tratan de satisfacer lo antes posible esas demandas. Lo cual provoca que antes de caminar quieran correr. Eso causa ansiedad. Cuando no salen las cosas, a uno mismo le da la sensación de que se va a quedar en ese hoyo durante mucho tiempo.
Nuestro único encuentro físico
Es curioso cómo e produjo nuestro único encuentro físico. Fue en la ciudad deportiva. El día anterior yo había dado una charla a los jugadores del RCD Espanyol entrenados por mi amigo Moisés Hurtado. Resulta que me olvidé mis auriculares en una de las salas y tuve que volver a buscarlos. Cuando salía a pie de la Ciudad Deportiva Dani Jarque, tú hacías lo propio en tu enorme coche. Recién acababas de entrenar. Fuera de la Ciudad Deportiva, al pasar a mi altura redujiste la velocidad para corroborar si era yo. Era yo.
Paraste a un lado y te bajaste del coche para saludarme -solo habíamos cambiado unos mensajes en redes sociales-. Nos saludamos como si nos conociéramos de toda la vida. Enseguida un aficionado se te acercó y te pidió grabar un vídeo felicitando el cumpleaños a un amigo. Lo hiciste como quien da los buenos días a una clase de niños de 6 años. Sonriendo a la cámara: «bla bla bla, te deseo un muy buen feliz cumpleaños!»
Cuando me enteré que te llamaban Panda por el tema de Desiigner y que Violadores del Verso son parte de ti, supe que eres especial dentro del mundo del fútbol. Un secreto: yo jugaba a fútbol porque quería ser el nuevo Frank T.
Tuvimos una conversación breve de un par de minutos. Yo tenía que volver al trabajo en metro. Te ofreciste a llevarme pero no quise abusar -justamente pequé de lo que acuso a mí mujer; de no dejarse ayudar-. Te pregunté dónde vivías; tu casa estaba a escasos minutos de la Ciudad Deportiva y no le vi el sentido en ese momento a que te cruzaras Barcelona en coche. Además no quería arriesgarme a quedarme en un atasco (que yo sepa tu coche no vuela).
Toda la temporada quedó pendiente tomar un café. No por ti, sino por mí. A los futbolistas se les acerca tanta gente que no te quise agobiar. En realidad me equivoqué, con mi actitud contribuí a la solidificación de la burbuja que se crea en torno a los futbolistas. Creemos que no sois cercanos, cuando es el resto de la sociedad quien se aleja por miedo a ser ninguneados.
Tu marcha al Betis
Cuando los rumores se hicieron cada vez más fuertes te dije que no me gustaría estar en tu situación (metafóricamente). Tenías que decidir si te ibas de un club en el cual fuiste feliz. Te dije que si te ibas serías odiado, porque eras querido. Pero en ningún momento quise saber qué ibas a hacer ni traté de convencerte de nada. No me gusta alimentar la dudas en las personas cuando se encuentra ante una decisión complicada.
Tu virtud y tu defecto fueron atender y contestar a todo el mundo en redes sociales y a la salida de los entrenamientos. De haber sido un rancio nadie se hubiera enfadado por tu marcha.
Alrededor de tu carisma, gran parte de la afición estaba empezando a construir en su imaginario un Espanyol más ambicioso. Pero al club y a ti os interesaba acabar la relación. Dicho de otra manera: es como organizar una barbacoa, y a última hora, el único que sabe hacer la carne dice que no puede venir. Tendrá que venir el Jacinto de turno a encender el fuego 😬😬😬. Pero no es lo mismo.
¿Hay razones para odiarte?
Personalmente opino que en el fútbol a uno se le debe juzgar por lo que ha hecho. Y tú hiciste más de lo que se esperaba de ti. Nadie esperaba que marcaras 20 goles y dejaras 28 millones en la caja. Sobre todo, no te metiste en líos y honraste la profesión.
El presente es demasiado efímero para poder analizarlo con objetividad. El carpediem hay que cogerlo con pinzas. Hasta que no pasa un tiempo prudencial no se puede calibrar algunas experiencias vitales. Normalmente las más negativas, con el tiempo, no lo parecen tanto.
Muchos tendrán razones para odiarte, pero no tienen en cuenta que no montaste el número de declararte en rebeldía para irte. Todo lo contrario, seguiste jugando los partiduchos de la fase previa de la Europa League como si fueras a quedarte toda la vida.
No me fastidió tu marcha
Llevo algunos años viendo fútbol y no me extraña ver cómo los jugadores pasan de un equipo a otro. Me hubiera gustado que te quedases, pero ¿yo me habría quedado? Posiblemente no.
No me habría quedado porque a los 26, sin hijos, estás en una etapa en la que todavía puedes asumir el reto de cambiar de ciudad y vivir nuevas experiencias y retos nuevos junto a tu pareja. Algunos lo llamarán exceso de ambición. Para mi exceso de ambición es ir a jugar a la liga china con 26 años o con tropecientos millones en la cuenta.
Para mi exceso de ambición es ir a jugar a la liga china con 26 años o con tropecientos millones en la cuenta. Share on XNo es una traición, no es cobardía. Es una decisión. Y hay momentos de la vida en las que uno debe tomar decisiones sin importar la opinión de otros. Hay que vivir para contarlo.
Eso sí, todo el cariño que recibiste te lo devolverán con silbidos; pero en el fondo esos silbidos siguen siendo muestras de cariño contaminadas por el sabor amargo de una marcha tan anunciada como temida.
No te lo tomes como algo personal. Es fútbol.
[content-egg module=Amazon]
Pingback: Por qué el marketing personal del jugador aumenta sus opciones de ir a la selección: Borja Iglesias vs Gerard Moreno