Campus Semana Santa Les Fonts (Terrassa)
Hay cosas que deberían estar prohibidas en el fútbol, y una de ellas es ver a un niño regateando conos como si fueran defensores de verdad. Es triste. Si el fútbol es un juego, ¿por qué lo convertimos en un ejercicio mecánico? Un campus sin suficientes niños y niñas se convierte en eso: un entrenamiento sin alma, un simulacro de lo que debería ser. Por eso, en nuestro campus de Semana Santa en Terrassa, necesitamos muchos niños y niñas.
Primero, porque sin ellos, el juego pierde su esencia. Un campus de fútbol no es un retiro espiritual, ni una clase de matemáticas. Es correr, reír, caerse, levantarse, competir, compartir. Si no hay suficientes niños y niñas, lo que debería ser una fiesta del deporte se convierte en un manual de instrucciones aburrido. Y nadie se apunta a un campus para pasar la Semana Santa siguiendo órdenes como un soldado.
Segundo, porque cuantos más seamos, más accesible será para todos. No queremos que esto sea un evento elitista. Queremos que cualquier niño o niña con ganas de jugar pueda venir sin que el precio sea un muro infranqueable. Si hay más jugadores, podemos hacerlo más económico. Así de simple. Más niños, mejor fútbol y un campus más asequible para todos.
Y, sobre todo, lo más importante: más niños, menos conos. No hay nada más triste que un niño haciendo regates contra un objeto que ni siente ni piensa. El fútbol es improvisación, es intuición, es mirar al rival a los ojos y decidir en una fracción de segundo qué hacer. Un cono no te roba el balón, no te mete el cuerpo, no te provoca con una sonrisa de desafío. Un cono es antifútbol. Y aquí no estamos para fabricar autómatas que se sepan mil ejercicios de memoria. Estamos para crear recuerdos, para que los niños vivan el juego en su forma más pura.
Así que si quieres que tu hijo juegue fútbol de verdad y no pase la Semana Santa bailando alrededor de conos, tráelo a nuestro campus en Les Fonts (Terrassa). Que aprenda, que se divierta, que compita, y que entienda que el fútbol es mucho más que fintas sin sentido. Es un juego vivo, y en nuestro campus, el único plástico que nos interesa es el del balón.