Carta abierta al VAR

Carta abierta al VAR

Querido VAR,

Te escribo esta carta para decirte que cuando anunciaron que ibas a entrar en el fútbol supe que no serías más que un parche.

Luego, cuando te vi en el Mundial tuve esperanzas. En cierta manera impartiste justicia. O al menos eso me pareció. Quizás solo tuve buenos ojos porque eras la novedad.

VAR, me recuerdas al Google Translator. Sin la interpretación humana no eres nada.

Cuando te he visto en la liga española me he dado cuenta de que no puedes hacer mucho más de lo que estás haciendo. Me recuerdas al Google Translator, que puede traducir un texto pero, para tener sentido, necesita la participación de un humano para interpretar las frases. La traducción pura y dura da resultados ridículos.

Tenemos demasiada fe en las máquinas

Creemos que por ser una máquina eres perfecta. Como si los móviles, o cualquier máquina, fuesen infalibles. Incluso los iPhone fallan. Tenemos más fe en las máquinas que en las personas. Tenemos más fe en los dioses que en nuestros amigos. Tenemos más fe en los resultados de nuestro equipo que en nuestro propio esfuerzo.

De entrada eres incapaz de decir si un empujón es suficientemente fuerte como para derribar a un hombre. Y si pudieras, ¿serías capaz de medir la resistencia de quién recibe el empujón? Te queda mucho por mejorar.

El timo de la cámara súper lenta

Y la cámara lenta es la infantilidad de la segunda década de los dos miles. Antes de la entrada del VAR ya se utilizaban las imágenes en cámara súper lenta para hacer de una acción común algo grandioso. Un control de pecho a cámara súper lenta parece una jugada de crack, cuando en realidad es algo que hace incluso el más malo de la liga de veteranos.

A cámara súper lenta todos parecemos rápidos

Pues la repetición de una patada a cámara súper lenta puede distorsionar la fuerza del impacto. En definitiva, no vales para mucho.

Eres tan mejorable como cualquiera de nosotros.

Puede que solo sirvas para señalar los fueras de juego y para corregir la identidad de algún jugador. Respecto a lo demás, la polémica sigue vigente. ¿Sabes por qué? Porque dependes de los humanos, y los humanos nunca estamos todos de acuerdo.

¿Si no estamos de acuerdo ni en un aspecto tan evidente como la preservación del medioambiente, cómo lo vamos a estar para la señalización de un puto penalti en el que uno pega sin querer y el otro hace lo posible para que le peguen?


Cantar goles en diferido es incómodo

No haré mucho hincapié en este asunto, pero tener que esperar tres o cuatro minutos para celebrar un gol es demasiado cruel. Es como que te hagan una fiesta sorpresa y a los 10 segundos te digan que la fiesta no era para ti; y a los 3 minutos te digan que sí, que la fiesta es para ti. Puedes celebrarlo. Pero ya no sé lo mismo.


El efecto GPS

Los árbitros están perdiendo facultades. Me recuerdan a mí cuando voy a algún sitio con el GPS. Muchas veces conozco la ruta, pero me fío tanto del GPS que acabo dando vueltas como un zombie. Cuando llego me doy cuenta de que si hubiera apagado el GPS habría llegado sin rodeos. Pero me he acostumbrado a no interpretar nada. Y eso es los que les está ocurriendo a los árbitros.

Prefieren delegar la responsabilidad en otros. ¿Sabes por qué? Porque nadie quiere ser responsable. Es más cómodo echarle el marrón a otro. Mira al FC Barcelona y al Real Madrid, son capaces de twittear el error del árbitro pero no el del delantero en la boca de gol.

VAR, estás siendo utilizado como los departamentos de atención al cliente robotizados. Nos envían a quejarnos a una máquina. Esto no es modernidad, esto es tener jeta. «Por favor, pulse el número 2 en caso de…«

La única manera de que tu presencia sea natural es aceptar que no tienes vida, que eres una ordenador con cámara lenta que controlan UNAS PERSONAS. Y como tal, se van a equivocar. Menos, pero se van a equivocar.

El cine es más perfecto que el fútbol.

El fútbol no es más que un cúmulo de errores y aciertos en todos sus estamentos. El fútbol no es perfecto ni justo. Como espectáculo está más cerca de la perfección el cine, y aun así, en películas tan buenas como La última noche de Edward Norton, habrá algún crítico para encontrarle pegas.

Monólogo magistral de la película La última noche

Mira VAR, te puedes quedar, pero eres un artilugio más del injusto mundo del fútbol.

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